Aquejado de dolores
de supuesta enfermedad,
se impuso la voluntad
del enfermo en sus temores.
De pócimas y brebajes
le daban las medicinas,
hierbecillas campesinas
de los coruchos paisajes.
El médico fue llamado
a petición del enfermo,
que se hacía un estafermo
con la Parca desposado.
Los hermanos en un círculo
rodeaban a los dos,
pensando: "¡Válganos Dios,
cuánto nos costará el vínculo!".
Le tomó el pulso el galeno,
la lengua le examinó,
y a los ojos le miró
y su dictamen dio al pleno.
"Precisa de medicinas
y buena alimentación,
y acabar su postración
sopicaldos de gallinas".
Se gastaron veinte duros
en recetas de botica,
y el mal aquel que no abdica
y progresa tras los muros.
Van los hermanos que bufan
viendo el diezmar de gallinas,
maldicen viéndose en ruinas
y del enfermo se atufan.
"¡Galbana es lo que tú tienes!",
continuo le echan en cara.
"Y ese mal se te enmascara
porque echado te mantienes".
"Coge el azadón y el pico,
coge el hacha y el podón,
y luego a continuación
aparejas el borrico".
"Porque después de gastados
veinte duros nada menos,
trae leña y así al menos
no estaremos tan pasmados".
Pues enfermo que no sana
ni gala hace de salud,
ha de tener la virtud
de morir sin salir rana.
"No es el trabajo el que mata",
dijeron en Cenicientos
coruchos muertos a cientos,
más nunca dieron la lata.