Corte de pelo a tazón
a coruchos nos hacían,
porque cabellos crecían
como en bosque sin podón.
Sentados en el sillón,
si la cabeza movías,
sabías que recibías
al momento un pescozón.
Cuando daban vacaciones,
el mes de junio llegado,
nos pegaban un rapado
terror de los cabezones.
Nos dejaban la cabeza
tan calva, monda y lironda,
como de momia redonda
egipcia sin la corteza.
Sobre la frente un flequillo
convertido en un mechón,
parecía ser flemón
en cara del coruchillo.
sin escuela en vacaciones,
como a indios motilones
descubiertos por Colón.
En las cabezas pelonas
lugar no había de piojos,
ni piojos verdes ni rojos,
ni liendres en las coronas.
Pelo a tazón o a calvote
nos costaba una peseta,
e íbamos con la chaveta
despoblada hasta el cogote.