El corucho que se codeó con la Historia
En la mili hubo un corucho
en las letras poco
ducho,
de alfabeto funcional
que pudo acabar muy
mal
de no estar el
boticario
de aquel lóbrego
cuartel.
Como en los baños de
Argel
tuvo Miguel de
Cervantes
sus ayudas y atenuantes,
y los frailes mercedarios
aliviaron sus
calvarios
rescatándole hacia
España.
Y lejos de tierra
extraña
pudo escribir su
novela
que yo leí en la plazuela.
Y así os puedo asegurar,
y en serio garantizar,
que de todo lo leído
lo brillante y lo
manido
es de lo mejor escrito
en este orbe infinito.
Mas volviendo a nuestra
historia
contada sin vanagloria,
al ser requerido el
quinto
por el sargento y su
cinto
su lugar de
procedencia
respondió con suma
urgencia: “¡
de Cenicientos, sargento!”
Y el otro no anduvo lento
dándole el primer
guantazo
que calló como un
mazazo
sobre el humilde
recluta,
que apoco lo
electrocuta.
“¡Hay que decir mi sargento
o aprendes o te
escarmiento!
-Pero pareces
despierto
y de carácter abierto
y algo tienes a favor
que le quitará amargor
a este golpe que te he dado,
a este golpe que te he dado,
serás mi recomendado
por qué existe una
razón,
allí dejé el corazón.
-Me enamoré de una
moza
que por dentro me
retoza
pues estuve allí en la
guerra
y hay buen vino en esa
tierra.
al asalto,e informamos,
al coronel Monasterio
que estaba en el
cementerio
mandando la operación
y fue magnífica acción
y nos dio un breve permiso,
y yo no anduve remiso
de andar de aquí o
acullá
y viendo esto o lo de
allá
y así en ella me fijé
y en horas la enamoré.
Por tanto y ser su
paisano
tú comerás de mi mano.
Te enchufaré en la
cocina
o al trabajo en la cantina
y podrás vivir como un rey
sujeto a una sola ley:
ver, callar y obedecer
y en superiores creer,
que en el ejército es
norma
y aquel que no se
conforma
prevención y calabozo
y sin mujeres retozo”.
Y el quinto en su
nueva vida
a la patria agradecida,
pues comía hasta la
hartura
con toda desenvoltura
desflorando a los peroles,
sin hacer asco a las
coles
o a las lentejas con
piedras
gateando igual a hiedras
huyendo de las
perolas
a sus campos de
amapolas.
Pues por todos es
sabido
que el dictador
asistido
por el ejército en
masa
de la patria hizo su
casa,
teniendo al generalato
rebosando siempre el
plato.
Hambre en el solar de España
como un frío de
guadaña
y alimento en los
cuarteles
Nuestro corucho
soldado
allí está bien instalado
en la sala de banderas
de las glorias
duraderas
que encarnan al
regimiento
del Glorioso
Movimiento,
ejerciendo de ordenanza
ejerciendo de ordenanza
y olvidada la labranza
campando alegre a sus
anchas
con uniforme sin
manchas
y al general Saliquet
con su bastón y el
piolet
le saluda marcialmente
recta la mano en la
frente.
Pero como bien sabemos
y harto que lo
pretendemos
no hay felicidad
eterna
ni siquiera la
fraterna
y le abordó un comandante
de los de peor talante,
entregándole una carta
a nombre de una tal
Marta
tenía que darla en
mano
e ir vestido de
paisano
y mucho ojo en
confundirse,
y a la dirección
ceñirse.
Lo oyó todo un
veterano
con pigmento de
birmano
y del corucho
envidioso
del que envidia sin
reposo.
Y sin saber el corucho
estando en letras
flacucho
la dirección que ponía,
el otro le dirigía
y encaminó por su mal
a una dirección fatal.
La casa del comandante
y a una mujer delante
que la misiva leía
roja y empalidecía
del comandante la
esposa
que suspiraba llorosa.
Y al corucho persiguió
y sañudo le hostigó
a punta de su pistola.
Mas trayendo aquello
cola,
intervino su paisano
el boticario cercano
que estando allí de
oficial
tuvo acceso al general.
Y todo aquello taparon
y con tierra lo
enterraron.
Y el buen corucho
soldado
siguió su vida
pancista,
en alerta y buena vista
hasta que fue licenciado.
hasta que fue licenciado.