Con aparejos, mula y angarillas,
por
camino arcilloso y a trasmano
del ramal sujeción, feble la mano,
el
niño va orientando las gavillas.
Percibiendo
está el tamo de las trillas
bajo
el calor de un julio soberano
que destrizando al bálago en verano,
va separando a pajas de semillas.
Ya el
Prado de la Fuente
se aparece
como oasis ansiado de la espiga,
de hacinas
de las mieses en las eras.
Que entre
ancas de la yunta ya decrece,
extendidas
sobre la parva amiga
que
las lleva directa a las trojeras.