ásperas rudas y
fuertes
caricias de fuego
viertes
en noche tórrida y
larga.
Amor deseo y descarga
después de la humilde
boda
el vecindario se acoda
viendo trasponer la
reja
de la ya feliz pareja
sin trajes que marcan
moda.
En su día de
esponsales
la novia lleva un
vestido
de negro muy bien
cosido
sus colores ideales.
Y en otros
ceremoniales
le servirá en el
bautizo
sobre su cuerpo
rollizo,
cuando llegue el
primer hijo
pues ya Dios su unión
bendijo
y tiembla el busto
macizo.
Se compuso la comida
de la carne de un
carnero,
rico plato jornalero
del que a su boda
convida.
Y emprenden su nueva
vida
entre acordes de
guitarra
y el vino servido en
jarra
a la sombra de un parral
y el perfume de un
rosal
y el amor que les
amarra.
Y en perspectiva un
viaje:
el de su luna de miel
que en la renegrida
piel
en que envuelve su
equipaje;
él lleva encima el
pasaje
de partir en la mañana
al clareo en la
ventana
uncido a la vertedera
dirigiendo a la
mancera
y a la mula en la
besana.