A Ángel Montero y Fernando Martínez
Estercoles del barbecho
para la siembra del trigo,
de la siega y del espigo
en el llano y el repecho.
Acuerdos entre pastores
de campos de Cenicientos,
sin paga ni emolumentos
con coruchos labradores.
A golpes con la Machota
el pastor fija las redes,
en tierras de Nicomedes
que después ara y explota.
A cambio el dueño le
deja
que paste con su rebaño,
por sus tierras aquel año
y allí se amorre la oveja.
La red formaba un cuadrado
y dentro de aquel recinto,
en un lenguaje sucinto
defecaba aquel ganado.
Amanecía el cercado
por el negror laminado,
igual a un campo minado
de un natural abonado.
Cada dos días la red
cambiaba de posición,
y de heces un aluvión
formaban una pared.
El pastor durante el día
pastoreaba al ganado,
y por la noche al vallado
el rebaño allí volvía.
Dentro del chozo el pastor
cerca del hato dormía,
y la tierra bendecía
a aquel abono excretor.
Vigilando los mastines
en los pescuezos carlancas,
reliquias cuando en barrancas
había lobos malsines.
Recuerdos de tiempos idos
de pastores y de ovejas,
de rebaños y de abejas
por los riscos escondidos.