Interminables las filas
de innumerables vasijas,
que yacían en yacijas
en sudoración de axilas.
Los cántaros y botijos,
los barreños y calderos
recibían solaneros
tórridos, en amasijos.
Grifos secos de las fuentes
sin el gorjeo del agua,
cual escoria de la fragua
mudos se ven e impotentes.
Aguas buscan afanosos
en su entorno los coruchos,
zahoríes surgen muchos
de hallar ríos caudalosos.
El término lo recorren,
aledaños examinan
y a sus campos los conminan
que a sus aguas no desborren.
Y se surten entre tanto
Y se surten entre tanto
del agua de una cisterna,
y allí el pueblo se prosterna
sumido en el desencanto.
Desbandadas se producen,
se van las gentes foráneas
y se van despoblando áreas
y a otros a no ir inducen.
Años fue de decadencia,
parada del crecimiento,
faltando el rico elemento,
huérfanos de su presencia.
Pero ahora un Aconcagua
y un Niágara cristalina,
y sombra que da una encina
es Cenicientos con su agua.