La
nieve cayendo mansa
obstaculiza
los pasos,
y el
campo nevado amansa
claridad
de los ocasos.
Reina
un silencio absoluto
en
las peladas higueras,
y allá
lejos el tributo
a
las verdes sementeras.
Los olivos inmortales
lucen
hojas blanquiverde
en
los días invernales,
huérfanos
del campo verde.
Las viñas sin los sarmientos
comparecen
desoladas,
¡oh,
campos de Cenicientos!
con
tus luchas soterradas.
La majestad de la Peña
siempre arriba omnipresente,
nuestra
voluntad se empeña
que
es futuro y es presente.
Surcan
el cielo los humos
de
las negras chimeneas
en
amaneceres brumos
en
las que nadie transita,
pasan
horas vagarosas
en
una paz infinita.
El día va despertando,
aclarando
la mañana
y la familia almorzando
y la familia almorzando
ve la
nieve en su ventana.
Hoy no tenemos escuela
Hoy no tenemos escuela
ante
la nieve caída,
muchachos
de la Plazuela:
vamos
a dar la batida.
Preparamos
las ballestas,
guardadas
en los cajones,
como
banderas enhiestas
mezcladas
con azadones.
De nieve vuelan las pellas
entre
alegres risotadas,
en
las incruentas querellas
de
los días de nevadas.
Coruchos
en las esquinas
escrutan
el tarameo,
es
riqueza, no son ruinas,
la
nieve en el laboreo.
Los pastores con ramones
a
las espaldas cargados,
van
arrastrando faldones
a
los establos cerrados.
Reina
quietud en las cuadras
y
están las bestias rumiando,
perro
aburrido que ladras
mientras te
estás espulgando.
Tañe fuerte la campana
que
habita en el campanario,
en
la gélida mañana
convocando
al vecindario.
En
la lumbre, los pucheros
aventando
sus aromas
y
se reparan aperos
y
también se gastan bromas.
Nieve y día de pajeras
siempre van emparejados,
y
gatos en las gateras
vigilando
los doblados.
Se
cuentan muchas historias
de
los hechos del pasado,
y
se evocan las memorias
de algún
que otro antepasado.
Están
llenas las tabernas
y
las barajas danzando,
huyendo
de las galernas
que
el nevazo está azotando.
Y
cuando llega la tarde
y
un cielo vago despunta,
la
cara y el pie nos arde
y
despereza la yunta.
La
nieve se ha retirado
con
las palas de las puertas,
y
un barro negro alfombrado
calles
de nuevo desiertas.
La
noche ya se ha cernido
y
calmos están los vientos,
los
coruchos en su nido
duermen en su Cenicientos.
duermen en su Cenicientos.