Desde tiempo intemporal
del pueblo fue el cementerio
que contemplaba el ritual
y el triste ceremonial
de la muerte y su misterio.
Tumbas quedaron vacías
cuando hicieron el traslado;
cesaron las letanías,
los credos y Ave Marías
y el osario fue olvidado.
Oculto por un tapial,
a piedra y lodo cerrado,
se convirtió en un erial
de la grama marginal
en un campo no labrado.
Transcurrió tiempo y espacio
y hubo ubérrimos racimos
del viñedo que despacio
de la cepa es el palacio
al que se cuida con mimos.
Fueron grandes las cosechas,
explosivas las vendimias,
hubo que extender las fechas
y las bodegas rehechas
para las uvas eximias.
Y sobre el sagrado suelo
la bodega levantaron,
y o bien no lo quiso el cielo
o ánimas que están de duelo,
la bodega rechazaron.
Las cargas fueron bajando,
las cosechas se diezmaron,
viñedos abandonando
cepas se fueron secando
y a la bodega cerraron.