viernes, 21 de junio de 2013

ALEGORÍA A LA ESPIGA




Yo soy la espiga que gime
ante el embate del viento
y me doblo hasta ser fuerte,
atenta a su movimiento,
y observo al cielo que esgrime
el aguacero violento.
Y al pajarillo que acierta
 a mi planta hacer su nido,
oigo también el gañido;
del matacán de la liebre
sus ojos rojos de fiebre
ante los fieros ladridos
de los galgos y podencos.
Y en la noche silenciosa
a los seres afligidos
que reptan sobre la tierra
en la claridad lechosa
tutelar de las estrellas.
Y me entero de querellas
que hay entre erguidos y rencos
y los misterios que encierra 
el renacer de la vida.
Ajustado a la medida
que me siembran en otoño
y convertida en retoño
prontamente me hago adulta,
y determina y faculta
que intervenga el segador
al alba madrugador
sea con tractor o la hoz
ciego y sordo ante mi voz,
que le suplico clemencia
y quiero adquirir mas ciencia
y con mi tallo marchito.
Remontarme al infinito
donde reinan las espigas
y decir dulces amigas,
en la nueva encarnación,
esmeraos con afán
en ser orondas y hermosas,
gentiles como las rosas,
pues el  Occidente ahíto
ya por nada se conmueve
pendiente de los mercados,
comen y están desolados.
Si la acción no renta un nueve
procrear sin dilación
y las legiones de hambrientos
parias de la humanidad
con nosotras hagan pan.


Dedicado a la Dra. Dña. Silvia Lores Torres