jueves, 20 de junio de 2013

DON CAMILO JOSÉ CELA A SU PASO POR CENICIENTOS


Venía desde Cebreros
                            cargado con su mochila,
siguiendo el cantar de esquila
de los coruchos cabreros.

En día de primavera
de estallido de las flores
y explosión de los colores,
don Camilo en Corredera.

Subiendo la calle arriba
hizo arribada en la plaza,
y se sentó en la terraza
bajo el sol que al suelo criba.

Ante una mesa del bar,
que se hallaba solitario,
faenando el vecindario
no tardó con quien parlar.

Se fue arrimando el barbero
ante la escasez de clientes,
hurgándose entre los dientes
y en las manos un babero.

Al cabo vino un labriego
con un azadón al hombro,
de remover un escombro
que obstaculizaba el riego.

Don Camilo pidió vino
perentorio al tabernero,
que se arrimó parrandero
con jamón y con tocino.

Trabada conversación
don Camilo averiguó,
porque lenguas desató
para escribir memorión.

Que nos llamaban "coruchos",
gentilicio que sabemos,
enorgullece y queremos
en salud y en arrechuchos.

Que nos decían "patanes"
por los pueblos del contorno,
sin cuidado en el adorno
e íbamos hechos adanes.

Que nos tildaban "cenizos"
hábiles cultivadores,
excelentes viñadores
y a veces púas de erizos.  

Y con esta información
se encaminó don Camilo,
cavilando que cavilo,
a escribir su narración.
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