Santo laico socialista
de honradez acrisolada,
aguantó la dentellada
de la fiera ya
prevista.
Con su ala socialdemócrata
rebasada y desbordada
él llevó vida
apartada
y cargó con la
derrota.
Asumió que un
responsable
debía compartir suerte,
e inclusive hasta la
muerte,
con su Madrid
indomable.
Fue quien presidió la
Junta
de Segismundo Casado
y el derrumbe
negociado
de República difunta.
Él sabía de antemano
la Democracia perdida,
la República barrida
y todo ido de la mano.
Y lo expreso
claramente:
“¡Si la República gana
la tiranía se allana,
y en eso soy
consecuente!”.
“¡Se implantará el
comunismo
en el ámbito de España,
y el oponente no
engaña:
él implantará el
fascismo!”.
“Así que gane quien
gane
la sagrada Libertad
sufrirá gran mortandad
y huyendo se nos desvane”.
Y fue en sótanos de
Sol
donde esperó en un
camastro
la detención en que al
astro
de igualdad fundió el
crisol.
Y cuando el fiscal
Acedo
le habló del oro de
España
se le removió la
entraña
y en eso no cedió un
dedo.
“Diciendo el oro de
España,
en las cárceles se encuentra
y en los brazos se
concentra
de la juventud con
saña”.
Y en la cárcel de
Carmona
mártir de la Libertad,
en soledad y orfandad
Besteiro ciñó corona.