jueves, 20 de junio de 2013

LEYENDAS DE CENICIENTOS

              El diablo cojuelo


Se acercó el diablo cojuelo
                             de Madrid de tapadillo,
y extramuros del Cerrillo
hizo casa en un majuelo.

La casa no se veía
ni a él en figura humana,
hecho siempre un tarambana,
se reía y se reía.

Maquinaba todo el día
la forma de divertirse,
y así a sus anchas reírse
de coruchos se acrecía.


De leche se alimentaba,
                              tragaldabas insaciable,
y en hartura memorable,
¡cuántas faenas armaba!

De mañana los vaqueros
sin leche hallaban sus vacas,
y las cabras entre urracas
ordeñadas los cabreros.

Brevas se desvanecieron,
los higos no maduraron,
los viñedos no cuajaron
y los trigales se fueron.

Vive Dios! ¡Qué desesperos
sobrevino a los coruchos!
Verdad es que no eran muchos,
¿mas por qué esos desafueros?

Un santo padre exorcista
les vino desde Toledo,
y andando con paso quedo
resultó un buen analista.

Al perillán descubrió
en las ramas del majuelo,
y con exordios del cielo
al cojuelo lo expulsó.

Del majuelo se extendió
una plaga de estreñidos,
pues sus frutos constreñidos
todo lo contaminó.

Y en Cenicientos los bulos
pábulo dio a los majuelos,
y siendo causa de duelos
les llamaron tapaculos.