El diablo cojuelo
Se acercó el diablo cojuelo
de Madrid de tapadillo,
y extramuros del Cerrillo
hizo casa en un majuelo.
La casa no se veía
ni a él en figura humana,
hecho siempre un tarambana,
se reía y se reía.
Maquinaba todo el día
la forma de divertirse,
y así a sus anchas reírse
de coruchos se acrecía.
De leche se alimentaba,
y en hartura memorable,
¡cuántas faenas armaba!
De mañana los vaqueros
sin leche hallaban sus vacas,
y las cabras entre urracas
ordeñadas los cabreros.
Brevas se desvanecieron,
los higos no maduraron,
los viñedos no cuajaron
y los trigales se fueron.
Vive Dios! ¡Qué desesperos
sobrevino a los coruchos!
Verdad es que no eran muchos,
¿mas por qué esos desafueros?
Un santo padre exorcista
les vino desde Toledo,
y andando con paso quedo
resultó un buen analista.
Al perillán descubrió
en las ramas del majuelo,
y con exordios del cielo
al cojuelo lo expulsó.
Del majuelo se extendió
una plaga de estreñidos,
pues sus frutos constreñidos
todo lo contaminó.
Y en Cenicientos los bulos
pábulo dio a los majuelos,
y siendo causa de duelos
les llamaron tapaculos.