El viento se decolora
y despinta la mañana.
¡Muchacha que en tu
ventana
la cara se te acalora!.
El viento de
Cenicientos
es propicio en el amor
y tu muchachita en
flor,
modera tus
ardimientos.
Los amores y los mozos
son locos e
irreprimibles,
y se hacen los
posibles
para ser lecho de
gozos.
No hay que correr
demasiado
en la amorosa carrera,
ponle al mozo una
barrera
pues se vuelve
espiritado.
Sin reposo y sin
sosiego
no se piensa en otra
cosa,
mas que en la moza y
su rosa
y todo es desasosiego.
Ardimiento de una
zarza
consumida por el fuego,
es del mozo el amor
ciego
viendo en la moza una
garza.
Garza que vuela en las
Peñas
impulsada por los
vientos,
demudada y sin
alientos
va bajando por las
breñas.
Se posa sobre la plaza
entre un revuelo de
faldas
en las noches
esmeraldas,
bailables de la
terraza.
Juntas las mozas y
mozos
y un tremolar de
alegría,
de imparable algarabía,
de juventud y de
gozos.
Y no rebasando
extremos
el amor correspondido,
ni prestado ni vendido
es de los bienes
supremos.