En la puerta de la gruta
que me introduce en tu Edén,
que me introduce en tu Edén,
Amor, sostenme sostén,
a mí solo sin disputa.
Y enlazados y en permuta
cuando me enredo en tu fronda
el arquero soy con honda
del casco y la jabalina,
que en este tronco de encina
socavándote te ahonda.