En un lago de esperanza
yo me bañaba contigo,
y aquél lago fue
testigo
de tu cambio y tu
mudanza.
Sobre mí tuviste
arraigo
que fraguó como el
cemento,
atento a tu movimiento
de un te llevo y un te
traigo.
Sometido a tu manejo,
vertido en una
amalgama
de sensaciones de cama
ya no me vi en el
espejo.
Y sobrevino borrasca
y de agua hubo taludes,
llamando a los ataúdes
un cielo que lo
aborrasca.
Y volcó mi barcarola
Y volcó mi barcarola
en la calma de aquel
lago,
y me sumió en un
estrago
inesperado de ola.
Pero nadando
angustiado
me empleé con gran
denuedo,
y desde la orilla puedo
decir que estoy liberado.