jueves, 20 de junio de 2013

HISTORIA REAL DE LA MILI EN LOS AÑOS DE PLOMO Y DE HAMBRE


                              El corucho que se codeó con la Historia

En la mili hubo un corucho
en las letras poco ducho,
de alfabeto funcional
que pudo acabar muy mal
de no estar el boticario
como oficial honorario
de aquel lóbrego cuartel.
Como en los baños de Argel
tuvo Miguel de Cervantes
sus ayudas y atenuantes,
y los frailes mercedarios
aliviaron sus calvarios
rescatándole hacia España.
Y lejos de tierra extraña
pudo escribir su novela
que yo leí en la plazuela.

Y así os puedo asegurar,
y en serio garantizar,
que de todo lo leído
lo brillante y lo manido
es de lo mejor escrito
en este orbe infinito.
Mas volviendo a nuestra historia
contada sin vanagloria,
al ser requerido el quinto
por el sargento y su cinto
su lugar de procedencia
respondió con suma urgencia: “¡
de Cenicientos, sargento!”


Y el otro no anduvo lento
dándole el primer guantazo
que calló como un mazazo
sobre el humilde recluta,
que apoco lo electrocuta.
“¡Hay que decir mi sargento
o aprendes o te escarmiento!
-Pero pareces despierto
y de carácter abierto
y algo tienes a favor
que le quitará amargor
a este golpe que te he dado,
serás mi recomendado
por qué existe una razón,
allí dejé el corazón.
-Me enamoré de una moza
que por dentro me retoza
pues estuve allí en la guerra
y hay buen vino en esa tierra.
Resultado de imagen de imagenes del general monasterio siendo coronel en la guerra civil española
Aquel  pueblo lo tomamos
al asalto,e informamos,
al coronel Monasterio
que estaba en el cementerio
mandando la operación
y fue magnífica acción
y nos dio un breve permiso,
y yo no anduve remiso
de andar de aquí o acullá
y viendo esto o lo de allá
y así en ella me fijé
y en horas la enamoré.
Por tanto y ser su paisano
tú comerás de mi mano.
Te enchufaré en la cocina
o al trabajo en la cantina
y podrás vivir como un rey
sujeto a una sola ley:
ver, callar y obedecer
y en superiores creer,
que en el ejército es norma
y aquel que no se conforma
prevención y calabozo
y sin mujeres retozo”.
Y el quinto en su nueva vida
a la patria agradecida,
pues comía hasta la hartura
con toda desenvoltura

desflorando a los peroles,
sin hacer asco a las coles
o a las lentejas con piedras
gateando igual a hiedras
huyendo de las perolas
a sus campos de amapolas.
Pues por todos es sabido
que el dictador asistido
por el ejército en masa
de la patria hizo su casa,
teniendo al generalato
rebosando siempre el plato.
Hambre en el solar de España
como un frío de guadaña
y alimento en los cuarteles
para sus adeptos fieles.
Nuestro corucho soldado
allí está bien instalado
en la sala de banderas
de las glorias duraderas
que encarnan al regimiento
del Glorioso Movimiento,
ejerciendo de ordenanza
y olvidada la labranza
campando alegre a sus anchas
con uniforme sin manchas
y al general Saliquet
con su bastón y el piolet
le saluda marcialmente
recta la mano en la frente.
Pero como bien sabemos
y harto que lo pretendemos
no hay felicidad eterna
ni siquiera la fraterna
y le abordó un comandante
de los de peor talante,
entregándole una carta
a nombre de una tal Marta
tenía que darla en mano
e ir vestido de paisano
y mucho ojo en confundirse,
y a la dirección ceñirse.
Lo oyó todo un veterano
con pigmento de birmano
y del corucho envidioso
del que envidia sin reposo.
Y sin saber el corucho
estando en letras flacucho
la dirección que  ponía,
el otro le dirigía
y encaminó por su mal
a una dirección fatal.
La casa del comandante
y a una mujer delante
que la misiva leía
roja y empalidecía
del comandante la esposa
que suspiraba llorosa.
La carta iba a una amante
que tenía el comandante.
Y al corucho persiguió
y sañudo le hostigó
a punta de su pistola.
Mas trayendo aquello cola,
intervino su paisano
el boticario cercano
que estando allí de oficial
tuvo acceso al general.
Y todo aquello taparon
y con tierra lo enterraron.
Y el buen corucho soldado
siguió su vida pancista,
en alerta y buena vista
hasta que fue licenciado.