Primaverales collejas
que aparecéis de repente,
ni siquiera os llevo en mente,
y en mis pupilas perplejas
me hacéis arquear las cejas.
Al campo salgo a buscar
espárrago y primavera,
al corujo en la reguera,
y a ti vengo a encontrar
donde no te espero hallar.
Te descubro en un cerrillo
bajo el influjo del sol
que adormece al caracol
y aviva siempre el colmillo
del conejo en febrerillo.
Eres paisaje en la linde,
compañera de la grama
donde la liebre se encama
para que a sus ojos brinde
ver al perro en el deslinde.
Creces entre la junquera
y en regatos del arroyo,
en retamas junto al Hoyo
y bajo troncos de higuera
de la apacible Ladera.
Naces entre cornicabras
de las de Orilla Moral,
rocosa piedra coral
por donde triscan las cabras,
siendo esquilas sus palabras.
Y surges en la labranza
la que linda al Encinar,
y así el sol al declinar
te presta historia y semblanza,
hierbecilla de esperanza.
Aromas nuestro potaje,
el de la Semana Santa,
dando una delicia tanta
que pagamos un peaje
y hacemos casa y anclaje.
Por el pueblo y por sus calles
junto al olor a torrijas,
filtrado por las rendijas
se perciben los detalles
de las gentes de estos valles.
Sobre estas tierras gloriosas
que circundan Cenicientos,
y armonizan a sus vientos
son sus adorables rosas
comidas maravillosas.