jueves, 20 de junio de 2013

QUINCE DE AGOSTO EN CENICIENTOS

                                                                     "Nunca hubo un día mejor
                                                                       que el del toro en Cenicientos,
                                                                          la Virgen va en procesión
                                                                          entre coruchos toreros".



Alegra el toque de diana
del cohete el estallido
en la matinal jornada,
se hermanan silencio y ruido.

Vuelven los trasnochadores
al refugio de la cama,
y los más madrugadores
al sol que rayos derrama.



Churros venden en la plaza
y se forman largas colas,
todo el mundo mete baza
y se crea un fragor de olas.

Colgadas las serpentinas
ondean multicolores,
mezclándose golondrinas
con sus vuelos bienhechores.



Después toca acicalarse
para asistir a la misa,
es día de engalanarse
profusamente y sin prisa.

Es costumbre estrenar algo
rayano en la tradición,
“¡tanto tengo y tanto valgo!,”
como en una exposición.


En la Iglesia no se cabe
con tanta aglomeración,
caras de quien nadie sabe
vástagos coruchos son.

Gentes que un día se fueron
abandonando sus casas,
los edificios se hundieron
y no quedaron ni brasas.



A la par surgen preguntas,
“¡yo te saco por la pinta,
esas cejas cejijuntas
recuerdan a la Jacinta!”

Hechas las presentaciones
todos se hacen amigos,
se reviven emociones
y entra el sol, por los postigos.

Luego la Virgen bendita
es sacada en procesión,
y hay quien se enardece y grita:
"¡Madre, imparte bendición!".



La fe del pueblo es así:
serena, parca y sencilla.
Lo mismo me ocurre a mí
y esta fe me maravilla.

Ramos de albahaca llevan
que perfuman el ambiente,
y a la Virgen los elevan
y los aspira sonriente.

Resultado de imagen de imagenes de ramos de albahaca

Después hacen una puja
para llevarla a la ermita,
y el adinerado empuja
y el malestar se concita.

La comida es en familia
todos en torno a la mesa,
familiares reconcilia
cuando hay visita sorpresa.

Corralejo, de Cortijoliva

Luego vamos a los toros:
aquí somos muy taurinos.
Hay peñas, cantos sonoros
y de los mejores vinos.



Y suscitándose el hambre
al terminar la corrida,
expuesto hallamos el fiambre
en la mesa abastecida.

Las fuentes con los jamones,
a darles fin nos emplaza
en el aire las canciones,
y los bailes en la plaza.

La Virgen a todos une,
en este quince de agosto
y a desunidos reúne
a un bajo precio de costo.