Ya nada más me falta por traerte
que a la luna aferrada a mi costado,
debajo del balcón y obnubilado
donde acudo sumiso por quererte.
Un Gólgota de amor vivo por verte
y sientas mi orfandad de enamorado,
que nunca se mostró debilitado
ni cuando tu desdén sobre mí vierte.
No se me ocurre más nada que darte
ni cuanto tú mereces otorgarte
salvo la diafanidad de estos versos,
recibiendo acogida y el acierto
del sentimiento puro con que vierto
este amor con la fe de los conversos.
