En atardeceres primaverales
de parada, pilón y
abrevadero,
tus mansas aguas de
fondeadero
aflojaban riendas de
los ramales.
Y te veíamos los
colegiales
apostados en el
embarcadero,
de niños coruchos en el
sendero
habituado al trato con
animales.
Y nos veíamos ya de
mayores
entre mulas carros y
vertederas,
manos agrietadas por
las manceras;
hablando del campo y
sus pormenores,
contemplando el agua
de los pilones,
taberna del burro y
sus libaciones.