Levantado de la cama
deja que llegue la
aurora
y no andes tan a
deshora
si
prisa no te reclama.
Y respondía en la
puerta:
-Mujer, miro el tarameo
y la calle está
desierta
y la luna está
despierta
y muy tranquila la
veo.
Y así un día y otro
día
en las noches
invernales
sabía el tiempo que
haría
al día que amanecía
aunque llovieran
canales.
Y en las noches de
verano
con la trilla en
apogeo
sabía cuándo el solano
era el viento soberano
Hombres de los campos
sabios
conocedores del clima
y sus cambiantes
resabios
que con ancestrales
labios
a la siembra les
anima.
Y hablaban del tarameo
los hombres en
Cenicientos
como si fuera un
recreo
del tiempo en el
laboreo
jalonado de
argumentos.