jueves, 20 de junio de 2013

MARÍA PILAR ZURDO DÍAZ

Donde quiera que estés, tu  recuerdo va conmigo, amiga.


Fue una corucha preclara
que se nos fue prontamente,
de privilegiada mente
fugaz como el agua clara.
Pese a que  poco durara
su recuerdo es imborrable
y es deber indeclinable
que te recuerde el amigo
que participó contigo
en un tiempo memorable.

A pesar de sus dolores
y su permanencia en cama
era del roble una rama
del árbol de sus amores.
Operaciones y horrores
soportaba su columna,
y ella como buena alumna
era estoica en su estoicismo
de un singular heroísmo
de las de Hércules,columna.

Profundamente creyente
su esperanza la cifraba
en la Virgen que la amaba
y en el fervor de su gente.
Ingeniosa y ocurrente
y rodeada de amigos
espectadores testigos
de su sonrisa radiante,
y ser de la vida amante
y amapola de los trigos.

Y cuando entró en la agonía
y vio a la muerte de cerca
vio a sus pinos de La Alberca
y a su arroyo de agua fría.
Y la Muerte que venía
resuelta con su guadaña
en la silla de espadaña
se sentó, y con gran respeto
le susurró en un secreto:
-¡El llevarte a ti me daña!