Matar una golondrina
tenía una pena grave,
de enterramiento del ave
con la lengua por malsina.
Ni el alma más malandrina
empleaba el tirador,
ni en puntería el mejor
ejercitándose al tiro
siempre le daba respiro
al pájaro del Señor.
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Y en caso de darle muerte
a la avecilla sagrada,
aquella muerte agravada
por cuánto ahora se advierte.
Al culpable pena en suerte
darle tierra entre los lodos,
para que aprendiera modos
costumbres de Cenicientos,
ritual de arrepentimientos
su tumba abrir con los codos.
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