Al aire lanzando gases
y entre soplos y
resoplos
y como impulsado a
soplos
vivía distintas fases.
Paraba continuamente
víctima de cruel ahogo
y luego con desahogo
corría divinamente.
Con pasajeros a pie
entre gallinas y
enseres
paquetes de mercaderes
y comiendo un tentempié.
De humareda una fogata
de cigarros apestosos
con los ojos ojerosos
que el madrugón
amorata.
Cestas arriba en la
baca
entre amasijos de
cuerdas
gentes finas, gentes
lerdas,
y algún pedo se destaca.
Puerto de la
Caprichosa
de madrugadas cetrinas
se movían las encinas
en la alborada
lechosa.
Con el Alberche
dormido
a su paso bajo el
puente
se arrebujaba la gente
sobre su abrigo raído.
Parada en Navalcarnero
a orinar y comer
churros
entre mulas y entre
burros
en trasiego mañanero.
Y las luces de
Alcorcón
y en Campamento
cuarteles
y soldados en corceles
en cerrada formación.
Cruzar el puente Segovia
y del Viaducto su mole
sin que te abrume y desole
el suicidio de una
novia.
Y a Madrid por fin
llegado
en periplo
interminable
de autocar inolvidable
de aquel Gato del
pasado.