Siguiendo a los segadores,
llevando
saco o costal,
por pajizo cebadal
íbamos espigadores.
E iba quedando el
rastrojo
limpio de paja y de
grano,
y despejado el majano,
y desabrido el abrojo.
Luego el rebaño de
ovejas
penetraba haciendo el
resto,
todo dentro del
contexto
de arrumbar las cosas
viejas.
Y con los fríos de
otoño
el rastrojo era
barbecho,
y con el ciclo ya un hecho
era tiempo de retoño.
Y de nuevo la cebada
brotaba sobre la
tierra,
y la riqueza que
encierra
allí se hallaba
asomada.