A Vicente
El tiempo sobre el huerto se ha parado,
cuando
el iris se funde en la retina
se
adormece la vida campesina
y
el labriego se encuentra desnortado.
Se
mece suavemente el encañado
y
la sed encamina a la cantina
en
un proceso diario de rutina
donde
el sudor se calma aminorado.
Y
detrás de la cerca está el barbecho
y
el crepitar silente del rastrojo
el
placer ensanchándonos el pecho
al
ver con qué fortaleza y arrojo
la
planta alcanza el cénit y su techo