en la plaza de
madera
que estaba en
la Corredera,
desesperado se
emplaza.
Asido por la
tenaza
del refugio en
la barrera,
y gritos: de
fuera, fuera
frena el pavor y atenaza.
Aferrado al burladero
con la
angustia en la mirada,
con el toro en
el anillo.
Vio su momento
postrero,
y su carrera
frustrada,
amargado y
amarillo.