Con tormentas incendiarias
incendiándose los
cielos
entre el roble y los
majuelos
entonaron sus
plegarias.
Las buenas gentes
agrarias
vieron la luz densa y
doble
y del tambor el
redoble
e iluminaba él
pináculo
el argentífero báculo
de nuestra Virgen del
Roble.