jueves, 20 de junio de 2013

LA ABUELA Y EL NIETO

De vuelta a casa regresan
un niño junto a su abuela;
es ya tarde, el tiempo vuela
y las nubes les apresan.

Vienen de Navalaviga
de trabajar en la viña,
se ennegrece la campiña
y la abuela se fatiga.

“Abuela, ¡que nos mojamos!”,
el nieto dice afligido,
muy cansado y aturdido
ocultándose entre ramos.
Ramos grandes de un olivo
que se encuentra junto al puente,
que brama por la corriente
no viéndose ni un ser vivo.

“Aquí estamos a cubierto
y nos cubrirá mi chal,
aquí hubo un hecho infernal
y lo que te cuento es cierto”:

“Aquí vivieron pastores
y de esto hace muchos años,
aquí pastaban rebaños
y hubo pelea de amores”.

“A un tiempo dos pastorcillos
fueron tras de una zagala,
y dentro de la corrala
se enfrentaron por zarcillos”.
“Los dos pagaron a escote
pendientes con sus corales,
y eran dos bellos rosales
que entregaban como dote”.

“Pero surgió la sorpresa
que ella rechazó a los dos,
¡y que armaron la de Dios
zaragata en sobremesa!”.

“Viéndose los dos burlados
clamaban por los pendientes,
y se saltaban los dientes
como dos endemoniados”.
“Los dos querían lo mismo,
con los pendientes quedarse
y luego descalabrarse,
y sumirse en el abismo”.

“Y así fue como ocurrió
que se atacaron con horcas,
y por aquellas ajorcas
uno de los dos, murió”.

En tanto ya no llovía,
y la abuela con su nieto
compartían el secreto
que aquel niño escribiría.