jueves, 20 de junio de 2013

LAS BIBLIOTECAS DE ALCORCÓN

¡Qué triste es morirme ahora con tantos libros que me quedan por leer!”
(El maestro Azorín)

Para cuantos somos lectores empedernidos
y nuestros libros por paredes techos alcanza,   
 sonreímos por comentarios tan repetidos:

“Dinero en libros desequilibra mi balanza,
ni medios tengo, ni apetencias para lecturas
en estos tiempos de zozobra y desesperanza”.

Pero tenemos bibliotecas y sus culturas,
y un remanso de vida, en paz y recogimiento,
está en estos templos diverso en literaturas.

Son gratuitas, son confortables, son distraimiento
sobre escenarios remotos y maravillosos,
y sus fuentes sacian la sed del conocimiento.

Hay libros tristes libros,alegres y gozosos,
los autores son provenientes del vasto mundo,
y en las manos que los amamos son amorosos.

Hablan de riqueza y pobreza en otro submundo
de guerras del pasado y grandes revoluciones,
y de filósofos del pensamiento profundo.

Nos cuentan del auge y esplendor de las naciones
culturas finadas y decadencia de imperios,
y guerra púnica y cainita entre religiones.

Su paginar escrito, imparte sus magisterios
y abre las mentes a la luz del entendimiento,
despejando la Historia de sombras y misterios.

La Biblioteca "Centro", entre Iglesia y sentimiento
de Dios, morada de nuestros  geniales Migueles,
Cervantes y Hernández, y un Unamuno irredento.

En "José Hierro", poetas ungidos de laureles;
en la "Vilumbrales", Galdós con el Diecinueve;
y en la del "Parque" Blasco Ibáñez de huerta y vergeles.
Biblioteca José Hierro   





En "Ciudad de Nejapa", su variedad me mueve,
y en su paz aposentada en silencio medito
en la Biblioteca de Dios que el alma conmueve.

La "Fuente Cisneros" es la que menos visito,
aprovisionada de españoles y franceses
y libros graves de un qué otro famoso erudito.

La del "Pinar" con rusos, alemanes, e ingleses
lejos de casa me coge bastante a trasmano,
pero para mí el libro es una trilla de mieses
que me produce un pan espiritual en la mano.
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