jueves, 20 de junio de 2013

LAS MERIENDAS DE MI NIÑEZ




El pan untado en aceite,
o con azúcar y vino,
o jamón de abrir camino
a una niñez sin afeite.

Las libras de chocolate
grueso y con sabor a tierra
de los años de posguerra
nos servían de acicate.



Y del pan eran canteros
de aquellos panes morenos
de trigos y no centenos
de los padres jornaleros.


En las orzas la matanza,
y colgados los chorizos
en los humildes chamizos
con atisbos de mudanza.



Sin muchachos panzurrales 
que ahora llaman obesos,
los bocadillos de quesos
comidos por andurriales.

Y la carne de membrillo
con el pan y sus tarugos,
y también con los mendrugos
nos daba vigor y brillo.

Con patadas a un balón
con el chorizo en la mano,
en un vivir espartano
daba impulso al corazón.

Y las sardinas saladas
y mordiscos a los nabos,
y no dejar ni los rabos
del tomate en ensaladas.

Meriendas que en mi niñez
entre coruchos austeros
no oía estos desafueros,
¿o influyó mi candidez?