Los olivos plantados por mi mano,
arraigado el raigón firme y seguro,
generaciones verán de un futuro
glorioso y que percibo ya cercano.
Coronando dehesa y altozano
donde nunca se emplazó un sol oscuro,
se asoman al Encinar y os auguro
Cenicientos surgiendo más lozano.
Y en su límpido azul
cielo cobalto,
destellos surcarán de
aquel cometa
reverberos del descuidado asfalto
con carta de la celeste estafeta
que la Virgen del Roble tiene en lo alto