
Los sueños de la infancia
son infinitos,
pidiéndole a mamita
dulces besitos.
Después apetecemos
los baloncitos,
y luego a las mujeres,
siendo mocitos.
Tratando de hallar
ojos
garzos bonitos,
siendo de jovenzuelos
harto exquisitos.
Aunque siempre son
ellas
con sus palmitos
las que imponen sus
gustos
y requisitos.
Y formada pareja
nos tunden gritos.
nos tunden gritos.
Llorosos de los hijos
si están malitos.
Sacarlos adelante,
¡qué trabajitos!
Templando muchas
gaitas
y muchos pitos.
Pendientes siempre de
ellos
desde chiquitos.
Y así sin darnos cuenta
Y así sin darnos cuenta
vamos benditos,
a sepulcros que
aguardan
muy quietecitos.

muy quietecitos.
