
Ante su nombre no cabe más que descubrirse,
por cuantos valoramos del toreo la ciencia,
el arte y la armonía, el valor y consistencia,
del lidiador que tiene talentos donde asirse.
Hablar de Pedro Romero es de nuevo sumirse
en tiempos pretéritos, de gloriosa evidencia,
de su fecunda vida, de su mucha experiencia
siendo el primer torero en figura convertirse.
Asombra el prodigio de tantos toros lidiados.
Compitió con Costillares e Hillo hasta vencerlos,
con su estampa en el ruedo de roca berroqueña
y el gran dominio de los tres tercios aplicados,
embebía a sus toros, rápido en someterlos,
y creó la belleza de la Escuela Rondeña.