Recién salida la barba,
puestos pantalones largos,
nos llovían los encargos
que en el corazón escarba.
Vecinas, tías y abuela,
y la madre sobre todo,
sermoneaban a modo
vueltos de nuevo a la escuela.
“Ya conviene recogerse”,
decían a bote pronto,
y pensabas: “¿Cómo afronto
en mi vida entrometerse?”.
Y novia te enjaretaban
ellas solas por su cuenta,
casi estando en la placenta
al par que te destetaban.
Alababan a Juanitas,
a Pepitas y a parientas,
todas ellas cenicientas
y muy buenas coruchitas.
Y por prestarles oído
bailabas con una de ellas,
y por influjo de estrellas
no eras muy bien acogido.


Y con otra lo intentabas
de las que ellas mencionaban,
y aquí atención te prestaban
mas esa puerta cerrabas.
Y es que en cuestiones de amor
no valen artes ni ciencias,
ni buena o malas conciencias,
ni cheques al portador.
Y si manda el corazón,
o la llamarada inflama,
es un flagelo y es llama
fuego de iluminación.
Y si hemos de
equivocarnos,
sea una u otra elección,
nuestra es la equivocación
y en penitencia culparnos.
y en penitencia culparnos.