jueves, 20 de junio de 2013

ROMANCE DEL CORUCHO QUE PARTIÓ A LA GUERRA DE ÁFRICA




Lucía, no me digas
que a mí ya no me quieres,
diciendo: "Me atosigas,
vete y más no volvieres".

No me pidas, corucha,
que partiendo te olvide,
mas antes de irme escucha
y con calma decide.

Mi corazón te ofrezco
y en él mi vida toda,
y por ti yo me crezco
hablándote de boda.

Bienes ninguno tengo,
herencia no la espero,
mas vacío no vengo
pues sé bien que te quiero.

Llevado de esta fuerza,
llevado de este empeño,
mi posición refuerza
hacer real mi sueño.

Me llevan a Melilla,
me llevan al desierto,
zarparé de la orilla
de Algeciras del puerto.

Y cuando entre en combate
lucharé con valor,
pensando que en mí late
tu fuego y tu calor.

De entre tantos soldados
yo me distinguiré,
y el aura de los hados
mío será, lo sé.

Muy pronto me harán cabo
y sargento seré,
y he de llevar a cabo
hechos que por ti haré.

Y cuando esto suceda,
porque ha de suceder,
la vida me conceda
el a por ti volver.

 Mostraba ella aquiescencia
y buena voluntad,
y con su plena anuencia
él parte a la ciudad.

 

En un tren le amontonan
hasta orilla del mar,
y el viaje lo sazonan
cantando sin cesar.

Canciones de soldados,
canciones de cuartel,
carne de cañón, ganados,
al mando de un furriel.

Les visten de uniforme
con la uniformidad
de un pelotón informe
sin personalidad.

Calor, sudor, fatigas
y apenas instrucción,
y ya no te desligas
de mugre y de opresión.
 


Sin prácticas de tiro,
faltando munición,
sin darles un respiro,
arrastran un cañón.

Por el mes de julio era
y el sol abrasador,
del soldado quimera
e iluso soñador.

Del corucho su sueño
al mes se evaporó,
y se estrelló su empeño
y en Annual murió. 

Fue en el año veintiuno
cuando esto sucedió,
cayeron uno a uno,
y a España estremeció.

En Cenicientos luto
igual se decretó,
y le rindió tributo
y Lucía lloró.