
Retrepado estaba en la barbería
siendo cliente y habitual tertuliano,
manteniendo un periódico en la mano
y hojeando sus páginas leía.
Sentencioso y de una gran bonhomía,
nunca le oyeron que jurara en vano,
y más que Sancho era hidalgo Quijano
de aquellos que rezuman hidalguía.
Mas al leer la reseña taurina
sobre una plaza del norte de España
y por colapso muerte de un piquero,
indignado exclamó: " Toros de ruina,
si usan la cola y nos matan con saña,
la puya entrego y pique el Espartero".
