jueves, 20 de junio de 2013

UN PREGÓN DE FIESTAS DADO POR UN PRÓCER EN CENICIENTOS


Polémico personaje
histrión de la actualidad,
vistiendo ostentoso traje
llegó a la localidad.

Como si de un nuevo Midas
de tesoro incalculado,
ansioso potro sin bridas
se mostró el recién llegado.

Repartiendo unos panfletos
plagados de disparates,
parecían los folletos
invención de unos orates.

Y asomándose al balcón
donde ondean las banderas,
al aire lanzó un sermón
parido por plañideras.

Dijo ser gran empresario
a la abarrotada plaza,
ejemplo de un millonario
exponencial de la raza.

Un hombre hecho a sí mismo,
y nos quedamos confusos,
pues opinamos lo mismo
necios, listos y hasta obtusos.

Víctima de un atropello
sometido a gran despojo,
se le atirantaba el cuello,
tronando lleno de enojo.

“¡Leche, que te pego leche!”,
amenazaba excitado.
“¡Puedo con lo que se me eche!”,
y el gentío alborozado. 


Después las autoridades
le llevaron rodeado
de niños y mocedades,
hasta el templo, abarrotado.

Y al ser pasado el cepillo,
con ademán ostentoso,
fue sacando del bolsillo
un tesoro fabuloso.

Billetes de cinco mil,
mostrados con suficiencia,
hasta completar cien mil
pesetas, entre estridencia.

Y nos largó otro discurso:
el del hombre bondadoso
al asombrado concurso,
el de un prócer piadoso.

"Que nunca sepa tu mano
de la derecha, la izquierda",
dijo el Redentor humano,
"lo que la bondad acuerda".

Y se fue por donde vino
de su séquito escoltado,
siguiendo el mismo camino
y ser de nuevo encausado.