Tríptico de sonetillos
En el siglo ya pasado
los niños ya
trabajaban,
en cuanto el pan
masticaban,
y esto sucedió en un
prado.
Un galopín asustado
viendo que solo
dejaban
y los amos se
marchaban,
quedándose abandonado,
en su casa por ensalmo
el sin levantar un
palmo
pero listo como el
hambre;
habló del hombre del saco
de amenaza y de un
atraco
y se durmió entre el
enjambre.
A la mañana siguiente
cundió en el pueblo el
rumor,
extendido en un clamor
y se santiguó la gente.
Hubo una piedad latente
¡Virgen Santa es un horror!
“me consumo de furor,
el del saco a la
pendiente”.
Se organizó una batida
perros y Guardia Civil
y hallándose a un
pobre hombre:
la gente más aguerrida,
más brutal y más
cerril
le dejó para el
descombre.
Después él contó de un pozo
del saco y de una
navaja,
que apareció entre la
paja
inventando sin rebozo.
“Dejadme a mi pidió un mozo
que pronto le hago la
caja”
y él en la cama se
encaja
muy pícaro entre el
embozo.
Anises y chocolate
fue su comida del día,
¡vive Dios!, fe y
alegría,
siendo al final el remate
de no volver a la
trilla