jueves, 20 de junio de 2013

ROMANCE DEL CORUCHO HEROICO


Hubo un soldado corucho
en el Barranco del Lobo,
en día de luto y llanto
por soldados españoles.

Integrado en las Brigadas
Mixtas de los Cazadores,
y unido a su Regimiento
fue movilizado al Rif.

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De rifeños solivianto
aconteció por entonces,
y él con otros destacado
a pacificar tensiones.

Atacados por rifeños
junto al Monte Gurugú,
cruzaron estribaciones
perdidos yendo hacia el sur.

Noche plagada de angustia,
sin luna y muertos de sed,
contingente de españoles
de nuevo mundo a través.

En la noche interminable
rasgada por los disparos,
tan lejos de Cenicientos
nuestro corucho soldado.

Cuando quiso el nuevo día
mostrarse y dejarse ver,
los soldados españoles
de nuevo en el redondel.

Sin saber qué defendían
si a la Patria en su grandeza,
o era a las minas del Rif
del conde de Romanones.

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Dominadas las alturas
por los francotiradores,
insostenible se hacía
su situación por entonces.

El nutrido tiroteo
partía de una colina,
y el desalojar de moros
 se asignó a su compañía.

Los soldados españoles
reptaron por la pendiente,
y llegando a la planicie
al arma blanca asaltaron.

Gumías y bayonetas
mortales se entrelazaron,
y tras el cruento combate
los moros desalojados.

Y aquel soldado corucho
se ocultó con su macuto
de las miradas ajenas
en un hoyo entre lo abrupto.

De él sacó una botella
del “hada verde” o absenta,
que le sumió en un letargo
o más bien en borrachera.

Mas por las cosas del mando
que en el ejército impera,
se ordenó la retirada
de la posición aquella.

Quedó solo aquel bendito
con beatitud durmiendo,
sin que entre sus compañeros
nadie de menos le hiciera.

 Nuevamente los rifeños
se asentaron sobre ella,
sin que sobre aquel durmiente
apercibimiento hicieran.

Después el mando español
cambió y dio una contraorden,
y reconquistar la cota
al precio de lo que fuera.

Comenzado el tiroteo
fue despertado el corucho,
con moros por todos lados
hirviendo en un avispero.

Él se atrincheró a su vez
y disparaba a mansalva,
sobre la tropa rifeña
que ante el diablo se hallaba.

Cogidos entre dos fuegos
los sorprendidos rifeños,
tiraron armas al suelo
y a discreción se rindieron.

Informado el coronel
de la hazaña del corucho,
incluyó en la orden del día
ser condecorado al punto.

Y el soldado temeroso
de al final ser descubierto,
se sinceró al coronel
descubriéndole el asunto.

El coronel mandó firmes
y le miró gravemente,
girando a su alrededor
con un caminar solemne:

"Escúcheme bien, soldado:
nos demanda la patria héroes,
ya sean justas o injustas
en cuantas guerras emprende.

Símbolo es usted y ejemplo
de todos sus compañeros,
y yo prendo en su guerrera
esta cruz que ganó su hecho.

No repita nada de esto
que me acaba de contar,
¡o yo con mi propia mano
cercenaré sus cojones...!

Luzca su cruz en el pecho
y osténtela con orgullo,
y si pervive a la guerra
la muestra por Cenicientos".