jueves, 20 de junio de 2013

ROMANCE DEL CORUCHO LEGENDARIO


Un corucho combatiente
en la perla de la Antilla,
rogó a nuestro San Esteban
tornar a la patria chica.

Nuestro patrón le escuchó
permitiendo regresara,
libre de fiebres palúdicas
y guerra en el corazón. 

Su fiel novia le esperó
y concertaron la boda,
y fue terminado aquello
por el hado de la historia.

En el Huertecillo un baile
se dio por carnestolendas,
y él bailaba con su novia
ajeno a la concurrencia.


Se hallaba allí un jactancioso
originador de broncas,
que continuo molestaba
con empujones y sornas.

Él le advirtió seriamente
que si aquello proseguía
la tarde sería trágica 
con pérdida de una vida.

Fatalmente así ocurrió
el suceso lamentable,
con el pueblo en conmoción
por el hecho espeluznante.

Él se trajo en su mochila
desde la lejana Cuba
un mortífero machete,
compañero de penurias.

Con él se enfrentó a mambises,
cruzó pantanosas junglas,
de azúcar hizo la zafra
y vivió en climas hostiles.
Siempre lo llevaba encima
sin hacer, nunca excepción,
y le dio tal puñalada
que allí tendido quedó.

Guardia Civil y juzgado
intervino en el asunto,
y en premura diligente
juzgaron y condenaron.

Después en cuerda de presos
condujeron a Algeciras,
y en barco destartalado 
al Hacho ceutí llevaron.


Los años fueron pasando
difuminando el suceso,
pero intervino el destino
o Divina Providencia.

Con tres soldados coruchos,
servidores en Marruecos
con los caballos de Alcántara,
añorando a Cenicientos.

Llegado un quince de agosto
sentados en un café,
de población africana
rememoraban su pueblo.



Día importante y festivo
allí el de la Virgen de África,
se acordaban igualmente
de su patrona del Roble.


Evocaban Cenicientos,
su día de fiesta grande,
la corrida de la tarde,
sus novias y sus recuerdos.



Atento un moro notable,
gerifalte del desierto,
su dialogar les oía
sin recato y sin respeto.

Espetándoles de pronto
dando muestras de alegría:
"¡Soldados!", y se acercó.
"¿De qué parte sois vosotros?".

"¡De España, de Cenicientos!".
Su emoción fue indescriptible,
llorando a lágrima viva
la añoranza de su pueblo.



El inesperado encuentro
hizo mella en los soldados,
que de niños contemplaron
al hombre aquel ensogado.

Les fue narrando su vida
sin omitir los detalles
de su pena y su condena,
y del penal la evasiva.

Su trabajo en el desierto
como rudo camellero,
sudor, fatigas y el hambre,
y soledad y destierro.



Después un golpe de suerte
le dio poder y riqueza,
dueño de grandes rebaños,
camellos, cabras y ovejas.

Un palacio y grandes casas
esparcidas por doquier,
cuatro esposas y un harén
de concubinas princesas.

Habló de sus muchos hijos
y conversión a otra fe,
predicada por Mahoma
en su nueva trayectoria.

Luego se alejó despacio
entre dunas y entre arena,
un corucho legendario.
del que aquí os dejo su historia.