Los dioses del Olimpo hartos
del proceder de los
hombres
en comisión de
prohombres
vieron aborto en sus
partos.
Zeus era el dios
presidente
siendo el mayor de los
doce
y quien camino
desbroce
sobre lo que es
procedente.
Los hombres a
semejanza
de los olímpicos
dioses
eran remedo y
desgloses
de su envidia y su
venganza.
El dios del mar
Poseidón
homicida y rabia loca
se enfurece y se
desboca
en maremoto y turbión.
Calma le pide Afrodita,
bella diosa del amor,
que a su paso un gran
clamor
de admiración se
suscita.
Y la esposa de Zeus,
Hera,
con su sosiego y mesura
les habla con su
dulzura
de paloma mensajera.
Pide mandar delegado
comisionado a la
tierra
que pare la nueva
guerra
que tiene al mundo
enfrentado.
Y que asegure y comente
al primer hombre
encontrado
sobre el acuerdo
adoptado
haciéndole un gran
presente.
Que de él harán un ejemplo
Que de él harán un ejemplo
de finura y
circunstancia
de virtud y de
constancia
que rige la paz de un
templo.
Sujeto a la condición,
que le darán cuanto
pida
todo sin tasa y medida
si es noble de
corazón.
Y es que al mayor
enemigo
que sobre la tierra
tenga
ya más odio no
mantenga
siendo su mejor amigo.
Y al nuevo amigo darán
en todo el doble que a
él
y sellado el pacto
aquel
sus dones le
otorgarán.
Hermes, el dios
mensajero,
en la asamblea es
votado
siendo embajador
bregado
entre dioses de aquel
clero.
Y el dios bajado a la
tierra
se cruzó por un camino
al hombre cuyo destino
era el de parar la
guerra.
Y el dios le hizo la
propuesta
de perdono a su
enemigo,
y el hombre tomó el
testigo
y meditó su respuesta.
Y cuando quedó
aclarado
que a su enemigo
darían
doble que a él
pagarían
no se mostró
atribulado.
Y sin el menor sonrojo
en aquel aciago día
pidió con gran alegría:
"¡Pues a mí sacadme un ojo!".
"¡Pues a mí sacadme un ojo!".