mulas,
vacas y borricos,
hombres
grandes, niños chicos,
y
un calor anticipado.
Gran
concurrencia en los prados,
gentes
venidas de fuera
vigilando
la Ladera
a
multitud de feriados.
Copresidiendo
las Peñas,
los
acuerdos y los tratos
y
los ropajes baratos
con
antiguas estameñas.
Los chalanes
con blusones
y
gitanos con patillas
y
gitanas amarillas
pronostican
bendiciones.
Con puestos
chamarileros
y
olor de moñigo y bosta
y
una voz que adrede imposta
uno
que vende sombreros.
Con las
alforjas mendigos,
husmeando
que se pierde,
entre
lo reseco verde
eran
de todo testigos.
Los charlatanes
vendiendo
hojas
de afeitar y peines,
y
calcetines de empeines
Y al comediar
la mañana
comenzaba
el regateo,
"¡este
borrico es muy feo!"
comentaba
una gitana.
Aparece el
patriarca,
los
dedos en el chaleco,
patilludo
y negro, enteco,
rodeado
de su jarca.
Y atusándose el
bigote
con
el nudo del bastón
le
pega un buen coscorrón
y
la gitana huye al trote.
Con borricos
matalones
las
mulas de gran alzada
con
la gente harto animada
y
abundancia de mirones.
Saber palpar a
las mulas
entre
las patas las mamas,
infértiles cual
las gramas
donde
a los surcos ondulas.
observando
bien los dientes,
estudiando
sus mordientes
y
los años que atenaza.
En borricos
mataduras
y
estudiarles el pelaje
y
ver bien el andamiaje
igual
en las comisuras.
Y las
rumiadoras vacas
se
encontraban más lejanas,
con
sus cencerros campanas,
Después los
tratos cerraban
con
apretones de manos,
preludios
de los veranos
y
sendas botas de vino,
y
emprendían el camino
a
pie o en mulas o en carros.
Y los muchachos
coruchos
con
ojos maravillados
veíamos
asombrados