Claridad
sin claridades
en
la mañana invernal,
veleidad
de veleidades
del
rocío virginal.
Lánguido
se encuentra el huerto
y
las plantas abatidas,
esperando
mejor puerto
y
ser rosas florecidas.
Los
repollos estelares
cosechados
en invierno,
se
dan bien por estos lares
tan
proclives al pan tierno.
Las
habas y los guisantes
se
enquistan sobre las cañas
tan
verdes, tan arrogantes,
como
yerbas sin guadañas.
Por
estos huertos campea,
cordialidad
y alegría
y
un humo de chimenea,
con
Manuel y compañía.
Plantamos los semilleros
con
la ilusión del huertano,
que
se comen tan camperos
lo
que cultiva su mano.
Con
calma contemplativa
entretenemos
la espera,
y
cribamos con la criba
el
llegar de primavera.