alborotando a lo lejos,
y el alba emite reflejos
en la pareja enlazada.
Amores siempre furtivos
los de la joven pareja,
y ella se agita y se queja
de tocamientos lascivos.
Habla de miedo y deshonra
y que lejos queda aquello,
verdad es que fue muy bello
hablar de pureza y honra.
Pero la pasión la vence
y se entrega enardecida,
temblando en la amanecida
y él con besos la convence.
A él le embarga la torpeza
guiándose por el instinto
en el angosto recinto,
ya perdida la cabeza.
Y los dos enamorados
se funden en los abrazos,
con la ropa hecha pedazos
y
gestos de enajenados.
Y así les sorprende el día
y se miran asustados,
y se miran asustados,
temiendo los resultados
después de tanta alegría.
Amor ciego y consumado
en la inmortal juventud
en la inmortal juventud
que se goza en plenitud,
nos parece imaginado.
Guiándonos por los sentidos
sin medir las consecuencias
sin medir las consecuencias
ni guardar las apariencias,
nos ocurre a los nacidos.