Siendo yo niño decían
en Cenicientos los viejos:
"No miraos en espejos
de azogues que oscurecían".
Lerdos aquí deslucían
la Buvera y sus roquedos,
enredados en enredos
sin saber cinchar la cincha,
eran burro que relincha
y la cinchaban a pedos.