Las observo gozosas y felices,
son pareja, retozan y
se aquietan,
y acezantes otean y se
inquietan
mezcladas junto al
bando de perdices.
Sin temores a perros y
escopetas,
el parque lo recorren
por entero,
manteniendo atalaya en
un otero
y ven el circular de
bicicletas.
Después se difuminan
por los pinos,
dejando huella en los
cruces de caminos,
y haciendo discreción de dónde encaman.
Y al aproximarse lenta
la noche
y cerrar la jornada
con un broche,
gañen las liebres y su amor proclaman.