No hay desnudez semejante
pareja a la del
poeta,
con artificio y
sin treta
se muestra ya muy
brillante,
o en estado
agonizante.
Muestra su genio y su raza,
su inspiración y
talento
y en sus rimas el
momento
de aquello que le
atenaza
o ha cuánto ama y
abraza.
Muestra cuanto le acongoja,
su preciada
intimidad,
asentando su
verdad
cuanto en su mente
se aloja
y a la batalla se
arroja.
Limpia y firme la mirada
captando todas las
cosas,
la floración de
las rosas
y la paz de una
ensenada
va vertiendo en su
tonada.
Los amores y complejos,
sus miedos y sus
angustias
sean tristes hojas
mustias
o flamígeros
reflejos
de vidas de mil
espejos.
Y en la obra realizada
de las páginas
escritas,
vemos allí
manuscritas
en su verso
abanderada,
su figura
reflejada.