La estrella que me ha besado
en los labios, en tu nombre,
me ha dejado obnubilado
aunque ya nada me asombre.
La estrella y su beso han sido
suavidad de terciopelo,
y en su telar lo han tejido
los tejedores del cielo.
Ha sido un beso divino,
mujer de mis pensamientos,
similar al mejor vino
que elabora Cenicientos.